Os podría contar muchas
cosas sobre mí y la vez nada. Pero antes de nada, ¡bienvenidos a mi blog!
Creo que lo primero sería
aclarar que no soy muy buena escritora. Nunca lo he sido (ya me lo decían en el
colegio) y aunque quiera o lo intente nunca lo seré. Tampoco es algo que me
preocupe demasiado, porque aunque digan que en la vida hay que escribir un
libro, tener un hijo y plantar un árbol, yo no pienso escribir un libro. Que no
estoy diciendo que vaya a plantar un árbol o que vaya a tener un hijo, pero ya
me entendéis, y sino ya os he dicho que no soy muy buena en esto.
Lo segundo que debería
aclarar y que está muy relacionado con lo primero es que no soy un diccionario.
Cometo faltas de ortografía (ellas son parte de mi día a día y tampoco me llevo
mal con ellas, nos aceptamos y respetamos mutuamente), me olvido de poner
acentos, supongo que más o menos como todo el mundo, y soy muy simple
expresándome. No penséis que voy a utilizar palabras rarunas, porque no, no es mi estilo.
Imagino que a estas alturas
ya os habréis dado cuenta de que soy mujer. Me llamo Janesha y no hace mucho
tiempo me prometí que intentaría disfrutar de los pequeños detalles. Una manera
en la que disfruto es sacándole fotos a Danbo, que más adelante os explicaré
quién es, ya que va a ser muy importante. Hasta hace unos pocos días nunca me había planteado la idea de tener
un blog y poder exponerle al mundo las fotos que hago, pero después de hablar
con un amigo e investigar un poco por mi cuenta me pregunté “¿y por qué no?”, y
bueno, aquí estoy.
También debería comentaros que no soy ni informática, ni fotógrafa, es decir, que no sé nada de blogs, ni de fotografía, ni de Photoshop, ni de nada relacionado con este mundillo, pero bueno, aquí estamos para aprender. Tampoco tengo una cámara excelente, pero tampoco creo que eso pueda ser un obstáculo, o al menos por ahora.
Os puede dar la sensación de
que solo os estoy contando lo “malo” de mí, lo que no sé hacer, o lo que se me
da mal, y bueno, falso tampoco sería. Solo os lo expongo para que de antemano
lo sepáis. Que eso no implica que no debáis esperar nada bueno de mí, al revés,
lo bueno está por venir.
¡Que comience la aventura!